Las mejores investigaciones son aquellas que señalan algo demasiado visible pero en lo que apenas habíamos reparado. Fenómenos con los que convivimos pero en los que no nos detuvimos a pensar; experiencias que tuvimos a menudo y no llegamos a conceptualizar; historias intuidas que nunca habían sido relatadas y que nos resultan, por las labores del investigador, lógicas, necesarias y sorprendentes. ¿Cuántas veces vimos las fotos de Tarsila de Amaral y Oswald de Andrade y si bien reparamos en sus apariencias no les dimos mayor importancia? ¿No nos detuvimos en varias ocasiones ante la foto de Tarsila con su vestido a cuadros, a punto de inaugurar la muestra de 1926 en París y si bien nos llamó la atención su belleza y la elegancia con la que estaba vestida, no seguimos indagando cuál era el sentido de ese cuidado en la vestimenta, dónde la había comprado, qué papel había desempeñado no solo esa noche sino en el movimiento de vanguardia que se inicia, en Brasil, con la Semana de Arte Moderna de 1922? Carolina Casarin comienza haciéndose esas preguntas y descubre, en el curso de su investigación, una poética, una economía y una sociabilidad que revela el movimiento de vanguardia brasileña bajo una nueva luz. Visita los archivos de los periódicos y de las casas de moda de la época, relee los poemas y los manifiestos a partir de premisas novedosas y muestra que la moda es, como quería Walter Benjamin, “el salto del tigre en la arena de la clase dominante”. En El guardarropa modernista: la pareja Tarsila do Amaral-Oswald de Andrade y la moda, Carolina entra en el ropero, lo revuelve y no sólo encuentra vestimentas. Con una documentación exhaustiva y una escritura cautivante, nos entrega un libro que, a cien años de la Semana, nos hace ver su literatura y su arte de nuevo y, como escribió Oswald en uno de sus manifiestos, con “ojos libres”.
Gonzalo Aguilar
Entre Ríos 758,
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